7 de octubre de 1814.

Querida Martha Elena:

Temo con todo el corazón empezar esta carta con malas noticias. Mi amado tío y protector, el Dr. Celso de Padua Lovecraft, ha caído en cama gravemente enfermo de los nervios a causa de la repentina muerte de su amada Leonora. Su pérdida ha sido un duro golpe para él, tal y como lo sería para cualquier buen amante y esposo.

Esta terrible tragedia ha venido a ocurrir a tan sólo dos días de que el patesi, Asur III, le pidiera a mi tío que atendiera personalmente al príncipe heredero Sargón IV, el cual actualmente se encuentra en Isla Eridú, aquejado de una severa neumonía. Y mi tío, ah, mi amado y orgulloso tío, aun hallándose en tan precaria situación, ha decidido realizar el viaje de siete días en barco a Isla Eridú para cumplir cabalmente con sus obligaciones de galeno. Sobra decir que no he podido permitirlo; se lo he impedido tajantemente. Pues a juzgar por su estado de salud, temo que no sobreviva a semejante travesía. Para poder recuperarse, mi tío ha de quedarse en casa.

Como ya es de tu conocimiento, amada mía, después de la muerte de mis padres, mi espléndido tío me acogió como su protegido, por lo que todo lo que soy ahora se lo debo a él. No puedo consentir que viaje para cumplir con su noble tarea, pero tampoco puedo permitir que su honor intachable se vea mancillado de ninguna manera, por lo que me he ofrecido a ir a Isla Eridú en su lugar.

El gran patesi, conocedor de mi destreza médica y de la actual condición de mi tío, ha accedido a que lo sustituya y sea yo quien se ocupe de la salud del noble príncipe.

Por tanto, mi querida bienamada, he de informarte que me veo en la necesidad de aplazar nuestro reencuentro hasta mi retorno, que espero sea en un plazo no mayor a treinta días. Sé que sabrás comprender y que me apoyarás en el cumplimiento de mis obligaciones.

El criado Joseph me ha puesto en contacto con el capitán Mikel Ángel Merkel, quien capitanea al Óculus Rhiest, la nave que se presume es la más fuerte y rápida de toda la ciudad-estado de Tiamat, y puede que incluso de toda Sumer. Nos encontraremos en la Posada de la Sirena, al oeste de Cabo Escarlata, en punto de las diecisiete horas del día de hoy, para conducirme personalmente a su glorioso barco. Llevaré conmigo la hermosa bitácora de piel que me has obsequiado, y registraré en ella los sucesos del día a día, para que a mi retorno sepas, con lujo de detalle, los pormenores acontecidos durante mi viaje.

Como era de esperarse, mi querido tío al principio se ha resistido al plan, pero ya ha tomado consciencia de la situación y me ha dado sus bendiciones. Se quedará al cuidado de su colega y buen amigo, el Dr. Víctor Hugo Frantz, y su maravillosa enfermera, la señorita María Dolores Miller. Tengo completa fe en su pronta recuperación.

Ah, mi querida Martha Elena, no sabes cómo ansío terminar ya con esta tarea y tenerte por fin entre mis brazos.

Hasta que volvamos a vernos, tu siempre amado, el Dr. Jonathan P. Lovecraft. ∎